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miércoles, 14 de noviembre de 2018
miércoles, 3 de enero de 2018
Capitulo 47
Entre a la casa, camine hasta la cocina
donde deje mi mochila y me serví un vaso con agua.
La televisión estaba encendida y se
escuchaba un partido de americano por todo el piso.
Con mi vaso de agua en la mano camine
sigilosamente hasta asomar medio cuerpo hacia la sala donde vi a Sebastián con expresión
aburrida mirando hacia la pantalla. Ahí estaba mi hombre, apostaba que si noto
mi entrada.
Dejándolo ver su pequeño juego, comencé a
hacer deberes de la casa para tratar de distraerme. Diez minutos más tarde,
cuando estaba a punto de separar la ropa sucia de la limpia de los últimos tres
días ,incluido la de la noche pasada para mandarla a la tintorería—porque no
teníamos lavadora y secadora—me di cuenta que yo quería estar alado de
Sebastián.
Deje todo a un lado y camine directo a la
sala, donde me senté en el extremo opuesto del sillón donde él estaba sentado.
Los dos observábamos la pantalla, y cuando
lo que parecía ser un touchdown del equipo favorito de Sebastián y todos en el
juego comenzaron a celebrar, él me volteo a ver.
Me observo por todo el rato en que la
celebración se llevo a cabo y me sonrió; sonrisa que yo no correspondí. Y pude
ver la acción que estaba a punto de hacer antes de que la hiciera; quería
acercarse a mí.
Así que me levante del sofá, me puse
enfrente del televisor y lo apague; la habitación se quedo en silencio.
Camine los cinco pasos que nos separaban y
quede enfrente suyo, él sentado y yo levantada. Anhelaba tocarlo y anhelaba su
toque. Alce mi mano y la pose en sus cabellos, donde los acaricie.
Sus brazos me rodearon la cintura y me
acercaron más a él. Deje sus cabellos en paz para quitarme la blusa y la deje en el
suelo. Moví mis brazos para quitarme el sostén y lo retire lento, dejando mis
pechos libres. Sebastián me miro a los ojos todo el tiempo.
Llevo sus
manos de mi cintura a mi espalda sin despegar sus dedos de mi piel, y muy
suavemente paso su mano por mis pechos, moldeándolos. Jadeando ya me
encontraba, quería que su piel me tocara lo suficiente como para atravesarla. Se
recargo un poco para observarme.
Su toque se hizo más fuerte y bajo hasta
desabrocharme el pantalón y quitarlo. Me separe un poco para quitarme la
prenda.
Comenzó a besarme desde en medio de los
pechos, dando pequeños besos en línea recta bajando y mientras hacía eso sus
manos descendían todavía más que sus labios y bajaron mis bragas, pasando su
toque por mi trasero y muslos hasta que la prenda quedo hasta el suelo.
Y eso fue todo, desesperadamente me sentó a
horcajadas en su regazo y comenzamos a besarnos.
Terminamos en el suelo y cuando terminamos,
yo encima de él, lo único que hice fue inclinarme hasta quedar acostada en su
pecho, controlando la respiración agitada. Hizo un movimiento para salir de mi,
y así nos quedamos por tanto tiempo que pensé que se había quedado dormido;
hasta que habló
-No importa si te
la pasas todo el día fuera de la casa con todos los amigos que quieras tener,
no volverás a pasar otra noche en otra cama que no sea la nuestra—dijo con voz
dura, murmurando
Sonreí ante esas palabras
-Yo también te
extrañe—susurre.
Bufo
-Extrañar es poco,
Carolina—hablaba en serio
Alce la cabeza y le mire a los ojos un buen
rato
-Lose, fue una mala
idea
Me enderece y me senté a horcajadas para
recargarme en sus piernas dobladas, comenzamos a jugar con nuestros dedos
mientras el tema de la prueba de embarazo rondaba por mi cabeza
Después de mucho rato de estar hablando de
otras cosas, decidí tratar el tema
Me moví de donde estaba—encima de él—para
verlo mejor
-¿Sabes? Eeh…-comencé
nerviosa—anoche en casa de Edith surgió este tema, que llevo a otra cosa y…
Sebastián se recargo en su codo y me miro
frunciendo el ceño. Suspire
-Me hice una prueba
de embarazo—murmure
Las cejas de Sebastián salieron disparadas,
su expresión de sorpresa lo dejo paralizado por un momento para de pronto
moverse demasiado rápido, se enderezo y me empujo suavemente hasta quedar
recargada en el sofá y él se puso enfrente mío… y poso su mano sobre mi vientre
-¿Es enserio?
¿Me lo imagine o su tono era alegre? ¿Tanto
como su expresión?
Fruncí el ceño
-¿Tu quieres un
bebe?—le pregunte confundida
Me miro con una expresión intensa y sonrió un
poco, me volví loca.
-De verdad quieres
un bebe—hable en voz alta, un poco más alta de lo que debí.
Puse mi mano encima de la de Sebastián y
junte los dedos
-Sebastián—enfatice
su nombre—la prueba salió negativa, yo estaba segura de eso pero Edith insistía
y tenía una prueba a mano así que porque no…
Me di cuenta que dejo de escuchar desde más
de la mitad de la oración y calle. Su rostro, sus ojos solo me observaban, me observaban
a mí, que estaba desnuda en ese momento. No lo presione
-Así que… ¿no estás
embarazada?—me miraba con los ojos abiertos
-No
Retiro la mano de mi vientre. Fruncí el ceño
-No lo
entiendo—hable confundida— ¿Acaso tu quieres un hijo?—comencé a enfadarme— ¿Y
que acaso tu lo quieres criar desde otro continente? ¿Dejarme sola para tener
un hijo?—mi voz se elevaba cada vez mas.
-¡¿Qué clase
de hombre crees que soy para abandonar a
un hijo?! ¡A ti! ¿Tan poco me conoces?—me contesto con la misma intensidad
Baje la cabeza, procese mis palabras y luego
las suyas
-Apenas cumplirás
los 19, yo solo tengo 18—dije más sosegada pero con la expresión todavía
enojada
-¿Comenzaremos a
discutir por un bebe que no existe?—trato de bromear, pero a él tampoco se le
había pasado el enfado
Calle, ya no supe que decir, me enderece un
poco y sentí la necesidad natural de taparme la desnudez y así fue. Lleve mis
brazos alrededor de mi cuerpo y doble las piernas.
Sebastián borro de su cara todo rastro de
enojo o confusión para darle cara a la culpabilidad. A pesar de que él no tenía
porque sentirse culpable. Alargo su mano hacia mí pero a mitad del trayecto se detuvo y agradecí por eso, me
sentía demasiado sensible para su toque que siempre me quemaba.
Busco con la mirada mis bragas, para
encontrarlas y pasármelas. Volteo su
cara para no ver cómo me las ponía y me sentí un poco mejor.
-Lo siento—murmuro
-No tienes nada que
sentir—dije algo cortante—Explícame tu reacción, Sebastián—suplique
-Es algo egoísta—me
miro—solo pensé en que me podría quedar contigo. Una pequeña persona hecha por nosotros,
que puede hacer que yo me quede o tú te vengas conmigo. Fueron demasiados
sentimientos encontrados en segundos, debiste haber sido más amable con mis
emociones, Carolina
Solté una pequeña risa con lo último que
dijo y me acerque un poco a él
-Tal vez la que
debería de disculparse soy yo—suspire—tenemos que ser todavía más cuidadosos
A Sebastián se le escapo una enorme sonrisa
-¿De verdad me
dices esto cuando terminamos de hacer eso?—y miro nuestras ropas restregadas
por el suelo
Entorne los ojos y también reí
-Buen punto—sonreí—Y
quiero aclarar, que la única manera en que dé a luz a un niño es porque es
planeado y bien recibido. No como una manera de amarrarte al país—hice una
mueca.
Sebastián se acurruco alado mío y yo lo
rodee con mis brazos.
-Entendido—susurro.
Le di un beso en la frente
-¿Me ayudas a
separar la ropa? Hay que mandarla a lavar.
Alzo su rostro y me sonrió mientras asentía.
No nos levantamos hasta después de media
hora de seguir sentados, mirándonos sin hablar.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Solo quiero decir hola
¿Que ha sido de ustedes?
Hace mucho que no he visto comentarios! como les ha ido?
Espero que esten excelente!
Hace mucho que no he visto comentarios! como les ha ido?
Espero que esten excelente!
lunes, 28 de abril de 2014
Capitulo 46: Prueba de embarazo
Me deposito en la
cama para ponerse encima de mí. Nos miramos un instante antes de juntar los
labios.
Parecíamos como si la vida dependiera de que
nuestras bocas se mezclaran con la otra. No me había dado cuenta hasta ahora
que lo tenía agarrado de la espalda, con mis piernas entorno a su cintura que
había querido esto durante todo el día
Me estaba dejando llevar por el momento, no
podía sentir ni pensar nada más que sus labios rosándome el cuello, los hombros
y mordiéndome el lóbulo de la oreja derecha, ni su aliento cosquilleándome la
piel a su paso
Dejo de besarme para enderezarse un poco. Me
agarro de las manos y alzo mis brazos arriba de mi cabeza, entrelazando los
dedos. Bajo su rostro y rozo muy levemente su nariz contra a mía, para descender.
Podía sentir su piel caliente sobre mi piel sensible
Su rostro se dirigió al mío y nos miramos.
Mi corazón no se podía acelerar mas, su mirada me decía una cosa muy clara “quédate”
y quién era yo para decirle que no
Alce mi cara para que mis labios alcanzaran
los suyos y volvimos a principio.
Y cuando sus manos soltaron las mías para
dirigirse a mi blusa y quitarla, fue ahí cuando me di cuenta. Me imagine por un
instante el momento en que estaría marcándole a Edith, creándome una excusa
para decirle él porque ya no llegaría. Oh, peor aún, yo teniendo que
levantarme, vestirme y dejarlo.
Así que, después de ese pensamiento, antes
de que mi novio terminara de quitarme la blusa y entre los jadeos y los besos
susurre
-Para, para
No lo hizo. Sus manos se deslizaron debajo
de mi blusa y sentí sus manos rodeándome la cintura mientras su boca—oh esa
boca—bajaba hasta besarme el contorno de los pechos, haciéndome soltar un
pequeño gemido de anticipación
¿Por qué detenerlo? Se sentía celestial.
Empuje mis caderas hacia su cuerpo
La carne es débil.
Fue cuando la prenda estaba casi ya fuera de
mí cuando volví a la realidad
-Sebastián—la voz
no me salió tan grave como lo quise a causa de los jadeos
Su boca detuvo sus besos en mis pechos y
alzo la mirada. Mene la cabeza a manera de negación. Bufo fuertemente y juro
que quería echarse a decir groserías; cómo no, yo andaba en las mismas
Quito sus manos de mi blusa—de mi cuerpo—y
me miro con decepción en los ojos. Tome su rostro entre mis manos—no podía
evitar sonreír por su expresión—y le di un sencillo beso en los labios
-Sera mas difícil
cuando me tenga que vestir para irme y lo sabes—alce la ceja
Lanzo un gemido de dolor fingido y se dejo caer
alado mío
-Ahora mismo creo
que te odio—su voz estaba contenida
Apoye la cabeza en mi codo y lo mire
-Guarda ese odio
para mañana—mi tono de voz era pícaro y él lo noto al instante, regresándome la
sonrisa y las reprimidas ganas de desvestirnos el uno al otro
Y ahora estaba yo aquí, en la habitación de
Edith, recordando y extrañando a mi novio que se encontraba a cinco minutos de
donde yo me encontraba y que lo vería mañana a primera hora. Era ridículo, y
tan ridículo que solo dolía pensar en lo que tendría que pasar cuando se
marchara definitivamente
-¿En qué tanto piensas?—me
pregunto Edith al ver que me tapaba la cara y frotaba los ojos
Suspire
-En el hambre que
tengo—susurre distraída
-Marcelo llegara
con la pizza en una media hora—me informo
Resulta que cuando llegue, él se había
vuelto a ir, y se tardaría un poco. Me daría tiempo para contarle a lo sucedido
con mis padres. Me levante de la cama y me puse alado de ella en el suelo,
donde tenía la computadora en el regazo
-Tengo algo que
contarte
-Dime—pero estaba distraída
con la maquina que tenía enfrente
-Edith, es sobre
mis padres—intente de nuevo
Esta vez sí capte su interés. Me miro
lentamente y le hice una mueca. Cerró la laptop y la dejo a un lado. Cuando me
miro por segunda vez inclino la cabeza hacia un lado, diciéndome que empezara
Y así lo hice, le conté todo y no me reserve
los detalles. Comencé desde la llamada de mi padre para ir a su oficina para
hablar conmigo después de que Sara me había corrido—hice una pausa para
explicarle esto también—y la conversación que tuvimos que dio como resultado
otra conversación con Sara.
-No, estas mintiendo—exclamo
sorprendida
Negué con la cabeza
-Carolina, esto
está demasiado intenso—se llevo una mano a la boca—Bueno, eso explica todo,
¿no? El porqué la frialdad de tu madre y la distancia de tu padre
-Sí, se supone—mi
mirada era baja
-¿Qué es lo que no
te cuadra?—frunció el ceño
-No se… ni siquiera
termino de entender la historia
Se levanto y comenzó a caminar por la
habitación
-Tienes que
encontrar a tu padre biológico
Entorne los ojos
-No me hagas esa
cara, mujer—me regaño
Solté una solitaria carcajada, que le siguió
de pasarme la mano por los cabellos
-Sebastián también
insistió en que lo encontrara—comenté en voz baja
Edith se puso enfrente de mí
-No puedo decir que
te entiendo, porque solo podría entenderte al estar en la misma situación pero…
me acabas de decir que hay algo que no encaja y es eso
La mire inmediatamente con el ceño fruncido,
no la entendía
Suspiro con desesperación y comenzó a
caminar de nuevo por toda la habitación
-Necesitas
encontrar a este hombre Fernando, y cuando hayas hablado con los tres—alzo la
mano con tres dedos levantados—los tres involucrados en este revoltorio de
relaciones, todo cuadrara
Me frote los ojos por segunda vez en la
noche
-No sé, Edith. No
estoy preparada. Es mucha información para mí, todavía no la digiero toda
Se calmo un poco y me miro con dulzura
-Bueno, tampoco
tiene que ser mañana mismo, verdad—me sonrió y me tomo la mano— ¿Cómo te lo
tomaste cuando recién hablaste con tu madre?—pregunto en voz baja
Suspire pesadamente
-Me pelee con
Sebastián—bufé—Comencé a gritarle por nada al cabo de los quince minutos de
llegar. Cuando estuve con Sara sentada, ahí si lo tome todo muy bien—hice una
pausa—todavía no entendía bien, ella se mostro tan cooperativa. Nunca había
tenido una conversación tan larga con ella.
Volví a hacer una pausa y me mire los dedos
-Tanta tranquilidad
en ese restaurante que al llegar a casa se esfumo
-Y te descargaste
con él—completo ella
Torcí el gesto y me encogí de hombros
-Me tranquilizo al
instante—las comisuras de mis labios de curvaron un poco al hacer una sonrisa
Edith me correspondió la pequeña sonrisa
-Me alegra el saber
que lo tienes
-Y que lo
perderé—murmure, voz triste y pesada
Se separo de mí y aplaudió dos veces.
-Basta de tristes
charlas, cuando llegue Marcelo con la pizza estaremos todos felices
Algunas veces no te das cuenta de cuánto
extrañas a alguien hasta que lo tienes enfrente y recuerdas todos los pequeños
detalles que sabes de ellos y te preguntas que paso a mitad de camino que
perdiste de vista a esas personas.
Bueno, para mí no fue tan difícil descubrir
el por qué, y tampoco podía quejarme. Yo había elegido eso. Dos trabajos para
conseguir dinero para la universidad no te da tiempo de socializar, y cuando
acabe con eso fue porque mi novio se iba y tenía tiempo que aprovechar. Pero
ahora había perdido a mis amigos de vista, a los únicos que tendría ahí después
de la partida de Sebastián. Pero ahora yo también me iba
Estábamos los tres tirados en el suelo
alrededor de la caja de pizza ahora vacía. Marcelo cantaba a todo volumen su
canción favorita, que se estaba escuchando desde la computadora, también a todo
volumen. Edith solo decía que necesitábamos alcohol y que se le antojaba vodka,
yo reía de a escena que contemplaba
-No tengo ganas de
vomitar hoy, Edith—decía Marcelo entre las letras que cantaba
-¿Quién habla de
vomitar?—replico ella, hablando con más volumen a causa de la música
-¿Después de
contarte lo que acaba de pasar en mi vida amorosa crees que si me das una
botella no terminare ciego?—justo al terminar la frase, volvió a alzar la voz
con su canto
Edith poso sus ojos en mí
-¿Tu si me apoyaras
verdad?—se acerco mas
-Lo siento, pero yo
tampoco tengo ganas de tomar—me encogí de hombros con culpa fingida,
sonriéndole
Bufo ruidosamente
-¿Qué paso con la
Carolina que salía inconsciente de las fiestas y que jamás diría no a un shot?
-Muerta y enterrada
por ahora
La canción de Marcelo termino y este ya no
puso ninguna otra, lo cual agradecí
-Cantas terrible—le
grite mientras reía
Este se acerco y me agarro la cara entre las
manos
-Dime eso cuando no
te nombre en mis agradecimientos cuando gane el Grammy
Eso
hizo estallar de risa a Edith. ¿Por qué no los había visto antes?
-Tengo que
contarles algo, chicos—dije seria
-Espera—interrumpió
Edith—tengo que sacar esto a la basura y checar que este bien cerrado en la
tienda.
Mi amiga doblo la caja y salió por la
puerta. Marcelo se acomodo a mi lado, recargándose en la cama.
-Así que, ¿Cómo van
las cosas con Sebastián?
-Bien…se podría
decir que mejor que nunca—me pase la mano por la cara—honestamente me costó
trabajo venir aquí a pasar la noche
-Apuesto a que sí.
Es lo más frágil que te he visto en años
Le mire a la cara
-¿No es nada fácil
verdad?—me miro lleno de compasión
Negué con la cabeza
-¿Por qué no te vas
con él?
-Lo hemos
considerado demasiadas veces, pero no es posible. No puedo vivir en casa de su
abuela, sin estudios y sin el suficiente dinero. Aparte, nada dura para siempre
y los dos lo sabemos muy bien… ¿Qué tal si terminamos mientras estamos allá?
Estaría sola en una ciudad que no conozco
-Lo han pensado muy
bien—dijo después de un momento
Bufe
-Hemos considerado
todas las opciones y ninguna…--ni siquiera termine la frase pero sé que él la
entendió perfectamente
En eso entro Edith y se sienta enfrente de
nosotros
-¿Qué decías?—su
tono alegre estuvo un poco fuera de lugar
Cerré
los ojos y suspire lo más hondo que pude
-Sí, solo les diré
esto a ustedes porque son mis amigos más cercanos
-Oh dios mío,
¡estas embarazada!—exclamo Edith
-¡¿Queee?!—grito mi
amigo
-¡No…!—trate de
decir
-¡En la graduación
me comentaste que seguías siendo virgen!—grito Marcelo indigno
Edith rompió a reír con esa declaración
-¡Y era verdad! En
el momento…—trate de defenderme
-¿Estas
embarazada?—repitió Edith
-Claro que no—dije
tranquila y segura— ¿me dejarían terminar?
¿Por qué la gente piensa eso?
-Detalles luego,
¿sí?—me susurro Marcelo
Les comunique mí partida a Brasil, la cual no
reaccionaron bien a ella. Tuve que hacerle unos cambios a la historia claro,
como el que Roberto es un familiar que siempre ha vivido ahí y pequeños
detalles. Aunque Edith sabe más o menos quien es Roberto no comente que era él,
entre menos supieran mejor.
Hubo a ratos hasta donde Marcelo se enojo y
Edith me acuso de dejarla sola, pero al final lo entendieron. Entendieron que
“mi tío” me ayudaría con la universidad, entendieron que ya no sería sano para
mi quedarme aquí después de la partida de Sebastián, entendieron que era lo
mejor y se dieron cuenta que tan feliz me hacia esto. Les prometí que vendría a
visitarlos seguido y que pasaríamos más tiempo juntos hasta que me fuera.
Ahora los dos estaban dormidos. Eran las
tres cincuenta y dos de la mañana; se podría prácticamente decir que ya eran
las cuatro. No podía dormir, a esta hora sigo despierta alado de Sebastián, solo
hablando… otras veces no. Pensé en salirme y llegar a la casa, pero eso sería
muy patético.
Edith y Marcelo dormían en la cama de ella,
yo pedí el suelo. Los ojos me ardían por falta de sueño, pero no podía
descansar.
Cuando dieron las cuatro de la mañana, mi
celular sonó. Era él
Conteste de inmediato, con el corazón un
poco acelerado. Me puse el celular en el oído y ninguna voz salió de este. Y
comprendí; él tampoco podía dormir.
Una sonrisa se extendió por todo mi rostro y
pude escuchar un pequeño suspiro al otro lado de la línea. Me sentí mejor
sabiendo que lo tenía ahí conmigo, incluso por teléfono.
“Lamento estar en la cama equivocada” le
quise decir pero no quise romper el silencio
Después de un tiempo de estar con el
teléfono en la mano, sin decir nada, se me fueron cerrando los ojos. Ya casi no
sostenía el celular en el oído y pude escuchar a lo lejos que me decía
“descansa” y eso hice, me quede dormida
Ya casi era medio
día y estaba recién salida del baño. Marcelo ya casi se iba a la universidad,
lo mismo con Edith.
Esta última había pasado todo el tiempo
desde que nos levantamos diciendo que tenía que tomar una prueba de embarazo
-¡Edith! ¡No estoy
embarazada!—grite su nombre pero el resto lo dije quedito, su familia estaba
cerca
-No me has contado
los detalles de cómo perdiste tu flor—se burlo Marcelo
Le sonreí
-Seria una larga
charla—dije en tono de broma, pero era algo cierto
-Empieza por el
tamaño de su pene—levanto una ceja
Solté una carcajada y caí de sentón en la
cama
-¡Carolina!—Edith
se puso a mi lado—Si tanto aclamas estar embarazada, ¿Por qué no te la haces y
dejo de molestar?
-Dios, porque tanto
interés en un bebe, Edith—hablo Marcelo
-¿Usan
protección?—pregunto ella
-Todas las veces. No
hay manera posible de que esté embarazada
Pero honestamente, tanta era la insistencia
de Edith que estaba rompiendo mi confianza. Pero yo estaba segura, ¿verdad? Un
hijo con Sebastián… mi corazón se acelero
Con Marcelo saliendo de la casa y los padres
de Edith ocupados en la tienda mi amiga y yo nos quedamos solas en el baño.
Ella tenía una prueba de embarazo en las manos. Me platico que hace unas
semanas una amiga suya de la universidad tenía miedo de salir embarazada y
compraron juntas una prueba, pero el mismo día a ella le vino el periodo y
Edith se quedo con la prueba.
La última vez que tuve mi periodo, este acabo
días antes desde que Sebastián y yo lo hicimos por primera vez y según mis
cálculos todavía me faltaban como dos semanas para que regresara.
Orine en la pequeña cosa de plástico y
esperamos juntas.
-¿Nerviosa?—susurro
¿Lo
estaba? Medí mi respuesta por unos minutos
-No, ya te lo había
dicho, yo estoy segura que no lo estoy
Checo la hora en su celular
-Ya debería de
estar el resultado
Edith agarro la caja y leyó las
instrucciones por segunda vez “Una
rayita es que no, dos es que si”
Se levanto para agarrar la prueba y se le
quedo viendo mucho rato, levanto la cabeza y me dijo el resultado
lunes, 21 de abril de 2014
Capitulo 45: "Desnuda en mi cama"
Parpadeé los ojos,
se me cerraban solos. Me lleve una mano a la cara y me la frote, tratando de
despejarme. Cuando logre enfocar los ojos, vi a Sebastián justo delante de mi
cara, con un libro entre las manos. Estaba en sus brazos y me sostenía mientras
leía.
Me tuve que haber quedado dormida mientras
lloraba
Y él todavía no notaba que ya despertaba,
así que me tome ese momento para mirarlo. Tenía el ceño casi fruncido, y sus
ojos no se despegaban de la pagina—solo se notaba el ligero movimiento de la
pupila al bajar con cada párrafo—se notaba la concentración en su rostro.
Honestamente, se veía sexy.
Ladeo
un poco la cabeza para ver mejor la siguiente página. Sus labios hicieron un
pequeño puchero que se fue tan rápido como apareció. Me parecía que sus
pestañas estaban más largas que las mías, pero no más gruesas. Ese pensamiento
me hizo sonreír. Me daban ganas de besarle toda su cara, pequeños besos de
azúcar, pero no quería mancharle la cara con mis labios
Se le tenso un poco la mandíbula mientras
hiso el pequeño esfuerzo de cambiar de página—conmigo en brazos, tratando de
moverme en lo más mínimo—me miro de reojo para ver si me había despertado y me
descubrió mirándolo
Su mirada se suavizo, su rostro entero se
relajo y las comisuras de su labios se levantaron un poco en una leve sonrisa.
Alargue mi mano, delicada y lentamente—como si al tocarlo se fuera a romper—y
desplegué mis dedos de su frente a sus labios, por todo su perfil casi sin
tocarlo. Moví mis dedos a su mandíbula y puse toda mi mano en su mejilla,
acariciándola. El corazón me latía con fuerza, y supe que él también lo notaba
Soltó el libro y sonó cuando cayó en el
suelo. Como ya me tenía en sus brazos solo me abrazo más fuerte, y yo con una
mano ya en su rostro, puse las dos.
Estábamos cara a cara, y tenía la necesidad
de decir algo, quería decirle algo pero sentía que si hablaba el momento se
quebraría y se acabaría y no quería eso. Cerré los ojos, poniendo mi frente en
la suya y baje mis manos a sus hombros. Sentí su nariz acariciando la mía y
luego bajándola, hacia mi cuello. Su respiración me cosquilleaba.
Su boca se abrió sobre mi piel, haciendo que
inhalara aire de golpe
-Ya casi cumples
años—susurre al tiempo que dejaba a un lado la esponja y la tina ya vacía
-Cierto
Él ya casi terminaba su parte del carro. Lo
estábamos lavando, mi bebe negro que hace mucho que no cuidaba.
-Sí que eres
lento—bromeé con una sonrisa boba en mi cara
Sebastián se limito a mirarme y echarme gotas
gruesas de agua en la cara, y yo me cubri con la mano y un pequeño grito
ahogado
-Ya enserio—dije
mientras me paraba de la banqueta donde me había sentado— ¿Quieres una fiesta?
¿Un regalo? ¿Una fiesta sorpresa? ¿Un regalo sorpresa?
Comenzó a reir y se sacudió el agua que le
chorreaba desde los codos
-Lo pensare—me
guiño el ojo
Le sonreí y mire con complicidad, a punto de
dar un paso hacia él
-¡Carolina!
Los dos volvimos la cabeza al mismo tiempo
para ver a Edith casi llegando al porche, donde nosotros nos encontrábamos.
Al llegar a mi me abrazo fuerte, casi en
lagrimas. Entramos juntas y subimos a la habitación de Sebastián y mía donde,
ya sentadas en la cama rompió en llanto
Hace tanto que no la veía…
La estuve consolando un buen rato, hasta que
se calmo por completo y se limpio el rostro enrojecido.
-¿Por qué fue todo
eso?—le pregunte con dulzura
Sacudió la cabeza y espere
-No fue algo en
concreto, son muchas cosas que creo explotaron juntas—su voz era ronca debido a
los sollozos
-Hay, hermosa… hace
tanto que no te veía así
Me contó todo lo que le había sucedido en
las últimas semanas y unas cosas que le habían sucedido en los últimos meses.
Problemas de trabajo, de la universidad y hasta con sus padres. Pequeñas gotas
que fueron llenando el vaso hasta que este se derramó
Me entristeció mucho el darme cuenta lo poco
que la frecuentaba últimamente, me sentí pésima amiga y no me equivocaba.
-Lamento no haber
estado ahí, no tengo excusa—me pase las manos por los cabellos
-No tienes porque
disculparte, tenias otras cosas en que pensar y mas importantes
Le sonreí con tristeza
-Tú eres importante
-Más lo es
Sebastián, y él ya casi se va
Sacudí la cabeza
-No pienses así. Tu
eres mi amiga y te descuide y te pido perdón así que perdóname—mi voz era un
susurro
Pasamos más rato en aquel cuarto, ella
contándome todo a detalles. Volvió a llorar un poco y volvió a recuperarse.
Sebastián en ningún momento nos interrumpió
Comenzó ella sola a hablar de otros asuntos
para distraerse, después de contarme todas sus estresantes situaciones que le
sucedían últimamente. No me pidió consejos así que no se los di, más que
aconsejarla necesitaba escucharla.
-¿Aquí
duermen?—pregunto cuándo recorrió la habitación con la mirada y paro en la
cama— ¿Juntos?—enarco una ceja con cierto tono de voz y con una sonrisa
apareciendo en la comisura del labio
Abrí la boca para cerrarla inmediatamente.
No le había contado a nadie sobre eso,
para empezar que no había visto a nadie para decirlo. Me había como aislado
junto con Sebastián—incluso antes de vivir juntos, aproximadamente desde que me
dijo la noticia de su partida—, sin darme cuenta de cuánto.
Se escucho un carraspeo y Edith y yo
volteamos la cabeza al mismo tiempo para ver a mi novio en el umbral de la
puerta. Me alivio al saber que me salvaría de la pregunta que me acababa de
hacer
-¿No tienen hambre?—dijo
muy quedamente, murmurando
Edith odiaba que las demás personas la vieran
desmoronándose y Sebastián no era la excepción. Se enderezo y volvió a ser la
mujer que yo siempre he conocido, toda alegre.
-¡Claro!, más vale
que cocines bien—se puso delante de Sebastián—No te muestres tan tímido
conmigo, Sebastián. Como si no hubiéramos pasado como cinco décadas en la misma
preparatoria.
Las palabras de Edith con su expresión en el
rostro sacaron una carcajada a Sebastián, que me espero cuando está siguió
caminando para que yo saliera de la habitación también.
Nos sentamos los tres en la pequeña y
descolorida mesa a comer la sencilla cena que Sebastián preparo. Nos la pasamos
hablando tranquilamente, poniéndonos al día—ella poniéndonos al día a
nosotros—y también nos dio noticias de amigos de la preparatoria que ya no
habíamos visto.
Edith se veía un poco mejor que cuando
llego, el llorar, desahogarse y la comida ayudo un poco. A mitad de la comida,
el celular de mi amiga sonó.
-Ahorita vengo—y se
levantó de la silla
Se escucho el leve parloteo de su voz, por
las escaleras. Creo que era su madre
Sentí como me daban un leve golpe en la
rodilla y cuando voltee a ver a Sebastián, este me miraba con una sonrisa
-¿Qué?—pregunte, contagiada
con su risueña expresión
Se encogió de hombros
-¿Te gusto la
comida?—su voz era una risa contenida, estaba feliz. Al hacerme la pregunta no
me volteo a ver hasta el final, cuando agarro algo de la comida con el tenedor
y se la llevo a la boca
Incline la cabeza y levante las dos cejas,
“adivina” articule, Sebastián me volvió a tocar la rodilla con su pie, más
fuerte que antes
-Auch—me queje,
mientras le devolvía el gesto con una sonrisa tonta en mi cara
Edith estaba en la entrada de la cocina, con
una expresión divertida y rara. Dejo de vernos y dio una vuelta entera sobre
sus talones
-¿Cómo es que casi
no tienen muebles?—inquirió, apunto a la parte donde se supone estaba el
comedor, que estaba vacío—Y la sala solo tiene dos sofás y una tele sostenida
sobre algo raro
-Es una mesa vieja
que teníamos desde hace años—respondió él.
-La mama de
Sebastián vendió casi todo los muebles, otras se las llevo con ella y su
hermana, el resto creo que se quedara aquí o también lo venderán
Con eso, Sebastián asintió. Edith ya estaba
sentada en su lugar, retomando su comida.
-¿Y qué me dicen
arriba? ¿Misma historia? Se ve algo triste que este todo vacio, pero esta
entretenido con el eco que ocasiona
-Para mí no es nada
triste—respondí, encogiéndome de hombros
Edith sonrió de oreja a oreja
-Por supuesto que
no—hizo una pausa—Así que… ¿desde hace cuanto que cogen?
Sebastián se atraganto y casi escupía el
vaso de agua que estaba tomando y yo voltee a ver a Edith con los ojos muy
abiertos, ella en cambio se echo a reír
-¿Cómo…?—comencé a
decir
-¡Por favor! Viven
juntos, duermen en la misma cama, ya están grandecitos como para no hacerlo y
se les nota. Se comportan diferente desde la última vez que los vi juntos—se
llevo un dedo cerca del ojo, como una señal de que sabe observar
Y vaya que lo hacía
Sebastián al limpiarse el agua que se cayó
del vaso por la sorpresa de la pregunta, ahora reía.
-Me lo pudiste
haber dicho antes, verdad—dijo en tono de sarcasmo, encogiéndose de hombros y
jugando con la comida
Solté una risa, una ligera y solo le agarre
la mano y se la apreté
-Te daré los
detalles luego—le susurre
Edith se concentro en un nuevo mensaje que
le llego y Sebastián me dirigió una mirada coqueta, levantándome una ceja
-¿Detalles?—artículo
Le guiñe el ojo
Ya empezaba a obscurecer
Más tarde—sin Sebastián en la casa—estaba
lavando los platos, Edith se encontraba sentada alado del lavabo con el celular
en la mano
-Marcelo te manda
saludos
Me sacudí el jabón de las manos con una
sonrisa en la cara, como extrañaba a mi blanca nieves
-Dile que lo
extraño tanto—enfatice la última palabra
Edith comenzó a mover los pulgares,
escribiendo el mensaje
-Le estoy contando
de tu nueva y rara forma de vivir
-¿Rara?—fruncí el
ceño, confundida
-Bueno, no
rara—dejo el celular a un lado—diferente. Te ha venido bien mudarte de la casa
de tus padres
Mis padres. Todo lo que Edith no sabía y
hace poco descubrí. ¿Cómo decirle? ¿Cuándo decirle?
-Sí, pero no durara
mucho—dije apática.
¡También tenía que decirle que me ira a
vivir a Brasil! Me di mentalmente palmadas en la cabeza
-Me alegra saber
que elegiste estar a su lado todo el tiempo posible hasta que se marche—susurro
Intente sonreír
-Yo también
-Bueno—levanto las
manos—dejemos esas cosas atrás. Tenemos que ponernos al día en muchas cosas
-Demasiadas—dije
recordando todo lo ocurrido estas últimas dos semanas
-Si, como los
detalles de tu nueva vida sexual—bromeo ella
Le dedique una mirada alegre
-No te vas a escapar
de esa charla, amiga—dijo como quien no quiere la cosa mientras se bajaba de la
barra
-Oh, sé que no lo
hare—no conociéndola
-Quédate a dormir a
mi casa, ¿sí?
Como le estaba dando la espalda no vio mi
expresión. ¿Dormir en un lugar que no sería la cama de Sebastián? ¿Tan rápido
me había malacostumbrado?
Me di la vuelta, con las manos mojadas en
busca de una toalla. Edith me paso la que estaba colgada alado del
refrigerador.
-Gracias—dije—me
encantaría, Edith—le sonreí
-Puedes decirme que
no, se que no debería mantenerte alejada de Sebastián—hizo una mueca
Baje la mirada, no quería decirle que no…
pero me costaba decir que si también
-No sé qué diría
Sebastián—trate de quitar un poco el foco de atención de mí
-¿Se
negaría?—pregunto, mas para ella que para mí— ¡Di que si!—me agarro las
manos—Marcelo también estaría ahí
Se me ilumino el rostro
-¿Enserio?
Eso cambiaba un poco la cosa, la noche con
dos amigos y tanto que decirles
-Di que si—repitió
emocionada
-Ya había dicho que
si—reí
Esperaba que Sebastián regresara mientras
Edith me esperaría en su casa, se había ido porque Marcelo ya había llegado.
En nuestra habitación agarre una pequeña
bolsa donde puse una blusa larga para dormir y ropa interior limpia, para
bañarme al día siguiente.
A
mitad de la acción, Sebastián se recargo en el marco de la puerta. Me le quede
viendo, no lo había escuchado entrar ni subir las escaleras.
-Tan mal compañero
de cuarto soy que te iras de la casa—bromeo pero su rostro era serio
-Pasare la noche en
casa de Edith—murmure sin mirarlo
Escuche sus pasos que se acercaban a mí y al
levantar la vista lo encontré con el ceño fruncido y las manos en las bolsas
delanteras del pantalón. Baje de nuevo la mirada, dejando la mochila—casi vacía—ya
lista a un lado. Yo sentada en la cama, el se hincó delante mío y puso un dedo
en mi barbilla, haciéndome alzar la cara y verlo a los ojos
-Ah
Y pude ver su reacción porque yo tuve la
misma
-Ya agarramos la
costumbre, que dadas las circunstancias es mala
-Ya me di
cuenta—susurro
Se levanto y salió de la habitación ¿Se
habrá enojado? No creo. Escuche que entraba al baño y cerraba la puerta.
Casi inmediatamente me levante y camine hasta
el baño, abrí la puerta y él estaba lavándose los dientes. Me pase la mano por
los cabellos mientras el terminaba con el cepillo. Para el momento que acabo,
me recargue en el marco de la puerta y nos miramos mutuamente
-¿Estas molesto?
-¿Debería?—frunció
el ceño
-No sé, dime
tú—dije bruscamente
No me volteo a ver y paso a mi lado saliendo
del baño, cerrando la puerta.
Me quede viendo la puerta cerrada, tratando
de pensar. Pensar que decir y qué hacer. Bueno, se veía molesto pero ya no
puedo echarme para atrás, necesito esta noche con Edith para ponerla al día con
mis asuntos y sobre todo con los suyos y más que nada también necesitaba
decirles tanto a ella como a Marcelo que me iba a vivir a otro país.
Abrí la puerta y baje para encontrarlo pero
no estaba en ninguna parte, estaba segura que tampoco se encontraba arriba.
Salí al porche y ahí estaba el, sentado en el suelo alado de la puerta, con un
cigarro en la mano.
-Por un momento creí
que me habías dejado—trate de bromear
Alzo la mirada y trato de sonreír, el
resultado fue una mueca. Apago el cigarro y lo tiro a un lado. Me senté
enfrente suyo lo más cerca que pude de su rostro
-Solo dime que no
estás molesto
-Y no lo estoy,
Carolina
-Tu actitud me dice
otra cosa
-No me culpes por
lo que crees entender de mi lenguaje corporal—su tono era cortante
Me hizo a un lado—algo brusco—para levantarse
y entro a la casa. No me moví, no sé ni siquiera lo que me pasaba por la mente.
No es propio de Sebastián esta actitud, mucho menos ser brusco conmigo. No
habíamos peleado desde que me mude a su casa, lo cual era una especia de
record.
Salió unos segundos después de haber entrado
-Perdóname—murmuro
Me tendió una mano para levantarme y yo la
tome de buena gana
-Perdón—repitió, tomándome
la cara entre las manos
Trague saliva ruidosamente y camine hacia la
vieja mecedora, Sebastián se sentó a mi lado
-No, no estoy
molesto, estoy decepcionado—suspiro—es una decepción saber que no te tendré en
mi cama bellamente desnuda toda la noche
Me miro de reojo, queriendo saber mi
reacción. Esas palabras fueron un intento para tratar de distraerme, lose, pero
eso no significa que no me derritiera por dentro
-Aparte no hemos
hecho nada como desde… ¿un día? Eso es bastante
Bufe, tratando de reprimir la sonrisa
-Tengo que ir,
Sebastián. Tengo que decirles que me iré a otro país y quiero contarle a ella
todo lo que ha pasado con mis padres—lo mire a la cara—yo también quiero estar
desnuda en tu cama—use sus palabras, lo que hicieron que inconscientemente se
acercara un poco—pero también quiero y necesito una noche de amigos, Marcelo
estará ahí
Sus ojos no se apartaron de los míos
mientras dejaba escapar un largo suspiro. Lentamente dejo caer su cabeza en mi
regazo y acomodo sus piernas al doblar las rodillas para caber en el pequeño
espacio donde estábamos sentados. Yo, por otra parte, comencé a acariciarle el
pelo y rostro, cerró sus ojos ante mis pequeñas caricias
-Es solo que…
-Lo sé—murmure
-Tan mal
acostumbrados que estamos
-Lo se
-¿Qué será de
nosotros cuando…—ni siquiera lo deje terminar la frase al poner un dedo sobre
sus labios
-Lo sé—le sonreí
con cierta tristeza—un asunto a la vez, ¿sí?
Agarro mi mano que iba viajando por su
cuello y se la llevo a los labios, donde comenzó a darle pequeños besos
-Te amo—susurro
entre uno de ellos
Una enorme sonrisa se dibujo en mi rostro
-Podrías tenerme desnuda
en tu cama la próxima noche
-No, te tendré
desnuda en mi cama ahora
Se levanto rápidamente y entre mis
carcajadas me cargo en brazos y me llevo dentro
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